Tras la infantilada de los días de permiso encubierto, esos cinco días que nos vendió Don Narciso como periodo para una reflexión que ya tenía estratégicamente madurada desde el primer momento, hemos vuelto a la cruda realidad. Esa en la que, a un personaje siniestro y vanidoso como es el vendepatrias Sánchez, se le vitorea y aplaude tras acumular destrozos. Parece que, para una parte de la población con evidente escasa perspectiva, no hay nada como la realidad tangible de disponer de la mano floja del que usa el dinero de todos para contentar a su entregado público.

Pero, junto a la desdicha que supone ver el inmerecido trato doméstico que recibe, nos deja patidifusos ese mensaje de defensa y protección que recibe a nivel europeo. No es que la cosa pinte mal, como pasa aquí con ese tipo todavía a la cabeza de nuestro Gobierno, sino que es preocupante que le tilden en Europa como el referente y el hombre fuerte del socialismo continental. Con ese horizonte, conviene que nuestros hermanos europeos se vayan preparando.

El ego de este caballero no tiene límites. Si en algún momento le interesa y ve la posibilidad cierta de tocar poder más allá de los Pirineos, con su espejito mágico diciéndole que puede ser el líder más guapo del continente, podemos augurar que el destrozo asociado a su extremismo sin principios puede llegar a convertirse en un grave problema con alcance transfronterizo.

Borja Dacalan