Ayer, viendo las noticias durante la cena, en una costumbre que debería replantearme para mejorar las digestiones sin tener que soportar el día a día de toda esa panda de feriantes dedicados a la política en España, sumamos otra de esas lapidarias frases del inigualable Sánchez. En este caso, dio por sentado que la mayoría de la ciudadanía estaba a favor del reconocimiento –precipitado y a las bravas- de Palestina como Estado.
Se trata de una decisión que solo se arbitra por su capricho personal y que se hace sin miramientos ni consideraciones. Sin esperar a la toma de decisión consensuada por parte de la totalidad de los socios europeos y sin que la guerra provocada tras el atroz atentado de sus amigos de Hamás haya empezado a dar las señales apropiadas para tal consideración. Tanta celeridad demuestra el interés, que no es otro que absorber en los próximos comicios a ese electorado que considera en su mente sectaria como bueno, sano, respetable, servil y amigable, a pesar de ubicarse en el extremismo teñido de la izquierda.
Un protagonismo que se desliga del impacto que supone el consenso europeo, sabiéndose ganador al disponer del apoyo de la mayoría parlamentaria obscena que le rodea. Una mayoría que le sirve para argumentar su postureo con el hipotético respaldo de los españoles, en un nuevo ejemplo de lo que supone el apoyo electoral a este impresentable. Una persona capaz de hacer tragar a sus votantes con la amnistía, los indultos, o cualquier otra decisión de vanidoso ególatra, sin que se corresponda con el ideario del partido, el marco constitucional o el pensamiento de muchos votantes que siguen engañados tras votar sanchismo pensando en el socialismo que fue constitucionalista.
El rodillo del lastimero enamorado ejecuta acciones a su libre albedrío, apadrinado por lo mejorcito de nuestra sociedad. Un personaje que no da puntada sin hilo. Tengamos claro que los coreógrafos y estrategas del sanchismo tienen bien estudiado el óptimo aprovechamiento de todo este circo, aunque las decisiones se tomen a la misma velocidad que dice que crece nuestra economía.
La realidad es que, en menos de una semana, ya tenemos problemas diplomáticos con Argentina y con Israel. Estamos que nos salimos…
Javier Megino