Casi podría afirmar que, con la ayuda impagable del sanchismo y su don para manipularlo todo en beneficio de sus intereses, pronto veremos circular por nuestras carreteras a la caravana del mesías del separatismo. De hecho, es bastante probable que no tarde mucho en empezar su recorrido con la expectativa de llegar a Barcelona para ser investido como presidente autonómico. Una posibilidad que debería darnos vergüenza a los catalanes tras todo lo visto y protagonizado por este personaje desde su escapada huidiza de 2017.

Con la chulería del que se siente ganador en el pulso con el Estado cruzará la frontera y pondrá destino directo al parque de la Ciudadela, siempre arropado y amparado por sus hordas. Un viaje que no le llevará a la jaula de los monos y chimpancés del zoo, sino que, pese al asombro de todo ser cabal que quede en la sociedad, tiene como meta franquear con éxito las puertas de su guarida parlamentaria donde le esperan sus lacayos, con el mayordomo Rull a la cabeza. Si se consuma su estrategia y le salen las cuentas volverá para ser presidente de nuestra comunidad, sin importar que hubiese liderado un golpe a la Constitución que, dicen ahora, no existe.

No parece previsible que durante el recorrido de la miseria haya encontronazos, más bien todo lo contrario, mucho júbilo y fiesta. Pensemos que el separatismo ha pasado de verse en mínimos a reverdecer sus posturas, lograr sus peticiones, tambalear los cimientos del Estado y, con toda lógica, creer que pueden lograr sus objetivos. Un cambio diametral de escenario y horizonte que tiene un único culpable directo, el presidente Sánchez. Junto a él, por derivada, todos los palanganeros necesitados de poder que le rodean y son capaces de actuar sin cuestionar las órdenes del amo, al que no le importa el coste ni las consecuencias de sus denigrantes decisiones.

De la mano del sanchismo en el poder, sencillamente, pueden ganar los malos. El arrodillado Gobierno es el principal culpable del deterioro institucional y de la fractura de una sociedad perpleja al ver el transcurrir de la legislatura. La sumisión y concesiones nos pueden llevar a ver a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado cumpliendo profesionalmente con las órdenes y haciendo escolta oficial a la comitiva de Waterloo. Incluso, en caso de haber agentes disponibles y no ser necesarios para la protección de Begoña en sus paseíllos a Plaza Castilla, no descartemos su disposición protectora a lo largo de todo el recorrido.

Javier Megino