El revuelo ocasionado ante el evidente sometimiento del PSC, siguiendo las indicaciones no reconocidas pero evidentes que ha recibido desde Moncloa, va a facilitar que el objetivo de acabar con la España que conocemos sea algo verdaderamente posible tras la firma del acuerdo de Gobierno en Cataluña deseado por ERC. Y, como siempre hemos sabido, con el PSC abanderando tal posicionamiento que da cobijo a las pretensiones nacionalistas de sus líderes. Una postura oficial que discrepa en gran medida con la opinión de sus votantes de base que, otra vez más, vuelven a ser engañados al ver como las tesis nacionalistas que se ocultan antes de las citas electorales vuelven a ganar la partida.
El objetivo que persigue Sánchez, aplaudido por un PSOE cobarde que no reacciona ante la vergüenza, estará tras el pacto con ERC más cerca que nunca. Por increíble que parezca el fin de la España constitucional de ciudadanos libres e iguales está siendo finiquitado por el partido que nos gobierna a nivel nacional. Un partido que ejerce con criterios chavistas sometiendo el poder judicial y decidiendo lo que es verdad o mentira en base a sus criterios interesados. El partido del clan que permite el uso de espacios públicos para intereses privados, el mismo que ve lógico que se imparta un máster por una docente menos capacitada que los propios alumnos o el que legitima un doctorado que nos recuerda a los cantantes de Milli Vanilli.
Viendo la que se nos avecina, por la falta de escrúpulos de este sanchismo denigrante, conviene que nunca dejemos de lado la realidad que supuso que la sociedad catalana ganase al separatismo y lo dejase en su mínima expresión, logrando que las faraónicas pretensiones de máximos de sus fanáticos quedasen del todo diluidas. Por eso es especialmente doloroso ver que, ahora, tras todo el esfuerzo realizado y en el momento de menor representatividad social de esa lacra, vean más próximos que nunca sus objetivos utópicos. En este sentido me apoyaré en dos temas con relevancia social como son el traspaso tributario pleno y la posibilidad de que el deporte nacional estalle con la validación internacional de los equipos autonómicos. Ambos son claros ejemplos de hasta dónde se puede llegar si careces de principios, valores y la mentira te guía en la política. Podemos dar por descontado que los logros alcanzados en una parte del territorio provocarán el caos global en cuestión de poco tiempo.
Al impresentable del postureo conviene recordarle que no existe negociación si todo lo que se pide por la otra parte es aceptado. El abandono y la traición, si Illa es capaz de firmar esta ruina por exigencia del vanidoso Sánchez, deja claro que el sanchismo y todas sus derivadas son lo peor que le ha pasado a España en toda su historia. Duele pensar lo que nos va a costar revertir todo este destrozo y retomar la senda de la coherencia en lugar de la dinámica antiEspaña que tanto le gusta al vergonzoso imitador de Maduro, un personaje que hemos de soportar y tiene a sus íntimos colocados en los puestos verdaderamente clave como son el órgano de gobierno del poder judicial, el transporte de votos por correo o el contaje informático de los mismos.
No dejo de pensar en los votantes que siguen yendo a la urna con la papeleta del PSC en Cataluña pensando que es lo mejor para el constitucionalismo, siendo un posicionamiento del que ha huido definitivamente ese partido. Muchos, venidos hace décadas desde puntos del resto de España o descendientes de aquella emigración que tanto ha sumado y aportado para la prosperidad de nuestra comunidad, no creo que entiendan lo que está pasando ni vean con buenos ojos como se ha prostituido su voto de buena fe en contra del separatismo. Abuelos, padres e hijos están tardando en darle la espalda a tanto pisoteo y, quizás, para la próxima ya sea tarde.
Sánchez es el gran culpable, pero la inacción de ese PSOE aletargado con verdadero criterio y sentimiento nacional no hay que minusvalorarla. Se acaba el tiempo para que los discrepantes ante la traición sanchista acaben con el mal poniéndose de acuerdo y pensando más en lo que nos une que en sus cargos o cuentas corrientes. Pero, al margen de los estamentos oficiales de un partido que carece de crítica interna revulsiva ante la sinrazón, debemos concienciar a los votantes del PSC para que recapaciten y aprendan la lección. Es manifiesto el error que supone creer que es un voto constitucionalista y defensor de los intereses de España.
Lo duro y difícil es pensar sí, con esta firma claudicante que no deja margen de duda y posiciona al socialismo de forma irreconducible en el perímetro separatista que lo ha fagocitado, quedará alguna oportunidad en Cataluña para acabar con toda esta miseria. Hemos de ir asumiendo que, después del varapalo con lo que nos han querido contar, tendremos pronto una convocatoria de referéndum para acabar de rematar la faena. De ese modo se acabará concediendo todo lo que han puesto encima de la mesa los que hasta hace poco fueron reclusos o huyeron a Suiza, dejando nítido el mensaje de lo fácil que es negociar cuando al otro lado se tiene al vendepatrias o alguno de sus lacayos.
Javier Megino