«Un presidente que ataca el y su gobierno a los jueces y a los medios libres y promueve una ley de regeneración democrática para encapsular la corrupción de su mujer y por tanto la suya»
Es inaudito como, ni más ni menos, un presidente de Gobierno puede inventar todo un mundo de ingeniería muy sofisticada para mentir y dar la vuelta a la más pura verdad. Pero también para dar la vuelta a la más simple y lúcida realidad.
Ya no solo prometer no pactar con comunistas y golpistas y después decir que es cambio de opinión. O jurar en arameo horas antes de unas elecciones que no existe amnistía posible pues además no existe en la Constitución, sino que además se permite dar en Naciones Unidas hace pocas horas una lección magistral sobre democracia.
La da quien inventa bulos para sobrevivir acusando a los demás de bulos. La da quien tiene a su mujer, a su hermano, a su partido y a su gobierno envueltos en el más misero fango – él sí – y no se ha querellado contra nadie por acusarle de hechos gravísimos y tampoco ha dado explicación alguna. Quien calla, otorga.
Los hechos incontestables, en su mano, los convierte en realidad ficticia y diferente. Las verdades del barquero, en simples cuentos anticuados, y las mismísimas sentencias inapelables, en chicle derretido a su medida. Un auténtico falsificador del día a día en el que todos vivimos y al que estamos responsablemente obligados, pero que tan solo una persona en España decide que no le conviene, y por tanto no cumple y ni se le pasa por la cabeza rectificar.
Por cierto, hace pocos días se descubren acuerdos secretos con los filoterroristas que exigen terminar con la ley mordaza, se permite el desprecio a las fuerzas de seguridad y acabar con material esencial de protección para la Guardia Civil y la Policía Nacional, mientras salen terroristas a la calle o conceder de acuerdo con el gobierno vasco un tercer grado de lujo que significa poder estar de hecho en la calle asesinos, como truco concedido a las exigencias de los amigos del dolor trágico más vil causado en España.
Un presidente de Gobierno al que le califica The Economist de aferrarse al cargo a costa de la democracia española pactando, además, con indeseables golpistas y criminales. Un presidente de Gobierno que ha fagocitado las instituciones en su favor y estando a sus expresas órdenes el presidente del Tribunal Constitucional, el Fiscal General del Estado, el Tribunal de Cuentas, el Banco de España, la televisión pública, el Consejo de Estado, el CIS, y muy cerca de hacerse también con el CGPJ.
¿Alguien podría siquiera imaginar al presidente de Francia o al canciller de Alemania poder serlo gracias a terroristas criminales, golpistas y huidos de la justicia y redactar una amnistía a la medida de esos golpistas y criminales para poder seguir gobernando?
Un presidente que ataca el y su gobierno a los jueces y a los medios libres y promueve una ley de regeneración democrática para encapsular la corrupción de su mujer y por tanto la suya. Un presidente de Gobierno que está engañando a la comunidad internacional con su no reconocimiento a la oposición venezolana y mintiendo a la diplomacia a diario pervirtiendo su obligación de reconocer al presidente electo de Venezuela y de condenar los asesinatos y a quien los ordena, Maduro, además de a su brazo derecho, Zapatero.
Un presidente que no se suma a la reclamación internacional de un criminal y tampoco a quien lo ampara. Un presidente de Gobierno que hace esa ley de regeneración democrática y se convierte en “demócrata ejemplar” en la Asamblea de Naciones Unidas – si bien no asiste nadie a la sesión- , pero no condena los homenajes a terroristas y que promueve la desigualdad de los españoles y el ataque al corazón de la democracia con una ley de amnistía que fulmina a los jueces, sus sentencias, la ley, el discurso del Rey parando un golpe de estado y la propia legitimidad de la democracia española y con ello nuestra mismísima entrada en Europa, pues esa amnistía cuestiona los fundamentos esenciales de nuestra democracia.
Un presidente que pacta la entrada y salida de un prófugo de la justicia durante un día en Cataluña y pacta con otros golpistas finalizar con la igualdad de las responsabilidades fiscales de los españoles, para otorgarles privilegios de recaudación a las instituciones catalanas que al mismo tiempo sojuzgan a cualquier catalán que defiende a diario la Constitución y la ley.
Un presidente que le da igual decir blanco o negro igual decir que va a permitir entrar 200.000 inmigrantes y después rectificar, o dar ayudas a los canarios del volcán de La Palma pero no recibirlas, o al que se le pregunta dónde están los fondos europeos y ni contesta o también que de la relación de pasajeros de su avión y no responde. Conocer el desfalco de millones de euros encargando mascarillas fraudulentas y no decir ni pío o engañar criminalmente al pueblo español conocedor de la pandemia y esperar a una manifestación de mujeres. Esto es el ejemplo de un demócrata. Solo un mínimo relato de una ignominia permanente y un descaro sin precedentes de quien no tiene la más mínima decencia.
Amalio de Marichalar
Artículo publicado en «ElCatalán»