Tras la muerte del General Franco se sabía que el sistema consecuente iba a ser democrático. ¿Y cuál sería su construcción?
En la construcción del actual sistema democrático, se permitió el parasitismo de todo color político, cosa que no pasaba porque anteriormente había una autoridad. Y la falta de esta figura ha permitido que cargos políticos no tengan miedo, imponiéndose a los intereses de la ciudadanía.
Pues en España lo que tenemos actualmente es la antítesis de un sistema social de producción, que necesitamos como el agua, si queremos seguir como sociedad. Pero una gran masa burocrática clientelar aplasta a las clases productivas de las que formarían una gran clase media. ¿Café para todos? Menos para el pueblo.
Es la naturaleza de las democracias, que sólo pueden funcionar con sociedades maduras, pero eso sería para un gran esfuerzo social y con su correspondiente penalización electoral cuando un político tuviera que decir una verdad social o económica, con lo fácil que es endeudarse para subvencionar, enchufar burócratas y cargos públicos para comprar voluntades, por no hablar de propaganda en medios de comunicación.
Y eso demuestra que hay grupos sociales que no merecen la libertad sino el cuestionamiento de su posición ante el mundo.
¿Cómo dices a esa gente parasitaria que es realmente un problema para la prosperidad social?
Para mí es tan peligroso un usurero capitalista como un corrupto socialista. Pero hay unas vertientes económicas interesantes. Como lo que denomino, “Economía Social de Producción”. Eso hace temblar a capitalistas y socialistas marxistas que son enemigos declarados del pueblo.
Primero hay que ser patriota, es algo biológico. Me explico. El ser humano es un mamífero y como mamíferos somos gregarios y de clanes. Desde la época de Mesopotamia y de la antigua Grecia evolucionaron a “Estados” políticos, por cierto la palabra “Polis” viene del griego antiguo que significa ciudad.
También podemos comprobar que la inmigración no se adapta y nosotros nos adaptamos a ella. Es algo biológico y psicológico dentro del subconsciente colectivo de cada nación como medida de supervivencia.
Eso hace que el globalismo tanto socialista como capitalista se posicionen contra los que defendemos la naturaleza humana del sentido de las naciones como clan moderno y por eso buscan que sea cliente de ellos y a la vez explotarnos o, dicho vulgarmente“exprimirnos cómo naranjas”.
Para que una nación funcione, debe hacerlo la economía. Tanto la macroeconomía nacional, como la microeconomía de las clases populares. Eso molesta mucho tanto a las cúpulas de ultracapitalistas como sus aliados wokes de izquierda.
La economía real se hace con producción, investigación, venta y competitividad. El estado natural de la prosperidad del ser humano es la competitividad. Sea en un mundo económico o en un estado bélico. Y ahora en pleno 2024 estamos en una guerra espiritual como sociedad por su subsistencia.
Las democracias liberales por su naturaleza respetuosa con minorías y/o parásitos sociales que perjudican el bienestar social, hacen que impongan sus intereses en frente a las del colectivo.
Podría hablar de lobberos, burócratas o de influencers que ganan dinero haciendo el cabra o cualquier payaso televisivo que no aportan nada de valor a la sociedad, que ganan más dinero que ingenieros, arquitectos o médicos.
Para que haya libertad debe haber orden, de la misma forma para que haya cualquier sistema político debe haber estado. Y eso me define como anticapitalista, pero también antisocialista por su cariz globalista.
Hay que crear un ambiente favorable, que el pueblo tenga la posibilidad de prosperar tanto individual como colectivamente, solo manteniendo a los que convengan a sus intereses personales con los de la nación. Aquí añado a los separatistas como parte del problema y cómplices útiles del globalismo y el ejemplo es claro. Cataluña no puede ser una nación, es más, quienes han defendido esas tesis, son las mismas personas que han sido más perjudiciales para la sociedad.
Víctor Milà