La desesperante y ruinosa realidad nos invade, con semejante tropelía de tuercebotas en el Gobierno, tocando límites insospechados e intolerables para el sentido común.

En el último alarde de sumisión y aceptación de las exigencias de los enemigos de España, nuestro Gobierno traidor ha vuelto a dejar caer el brazo. Una vez más sus amos separatistas se convierten en los ganadores de una negociación. Un acuerdo entre partes que no existe como tal, siendo la relación del Gobierno de España con sus garantías parlamentarias de pleno arrodillamiento ante todas las peticiones y paranoias de los dueños del futuro de una nación que, como le pasa a Sánchez, no sienten, no respetan y no les importa lo más mínimo.

La última vergüenza ha sido de tipo económico. La cartera vuelve al protagonismo para contentar a las sanguijuelas soberanistas. La extrema derecha del lacito amarillo, esa que ha renacido y que vive sin cordones de ningún tipo al ser aliada, junto a los republicanos herederos de Companys, han visto colmado su entusiasmo al lograr una concesión insultante como es la condonación de la deuda catalana, con una quita con un plus inasumible respecto al resto de comunidades. Una cesión interesada que solo pueden admitir unos impresentables como los que hoy copan el Consejo de Ministros.

Hablamos de un déficit que se ha originado en una gran proporción por los delirios del soberanismo y la implantación de medidas para lograr esa independencia consentida y por episodios que ya ha comprado el traicionero sanchismo. Las turbulentas mentes de los de Puigdemont y Junqueras vuelven a salirse con la suya. El mensaje es evidente, el despilfarro separatista se admite y el rigor presupuestario se penaliza. Esta es la cruda realidad del desvarío de los que solo buscan mantener la poltrona y el poder.

La deuda de nuestra comunidad va a ser pagada por todos los españoles, con embajadas separatistas incluidas. En esta España de hoy, en manos de la traición corrupta y vanidosa, la gestión y seriedad se arrincona mientras se otorga todo tipo de favores a los que venden su apoyo. No importa el ridículo desmedido por parte de unos gobernantes que deberían acabar sus días encerrados por alta traición.

Toca aceptar una realidad que choca con todo lo que un buen padre intenta explicar a sus hijos al educarlos para la vida que les espera. Los hijos, que ya se cuestionan la valía del sacrificio en la educación, ahora serán conscientes de que sirve mucho más la falta de principios y de valores que el criterio y la buena utilización de los recursos disponibles.

Con la extrema izquierda gobernando y la extrema derecha independentista sosteniendo lo importante es aguantar. Ya sean subvenciones o perdones de delitos y deudas, los españoles de bien no tienen más remedio que seguir soportando a unos dirigentes nauseabundos que, sin prisas pero sin pausa, están finiquitando un país como España que a este ritmo no heredarán las nuevas generaciones.

El futuro no es nada halagüeño si sigue primando el sometimiento y continuamos con líderes sin sentimiento patrio como el que demuestra Sánchez y todo su rebaño. Gente capaz de admitir el chantaje como norma y fundamento de su propia y necesitada continuidad.

Javier Megino