Los acontecimientos que estamos viviendo en la corrompida vida política, al hilo de los mensajes filtrados por el exministro Ábalos, nos llevan a un nuevo escenario. Un giro en el guión que, sólo modestamente porque estamos valorando la posibilidad de actuaciones de personas carentes de valores y de principios, podría dar a entender que nos aventuramos en el inicio del fin del bochorno liderado por el flamante número uno.

Los casos de corrupción y de abuso interesado, que han ubicado a la mafia sanchista en la cúspide de la degradación de la clase política, nos dejan ante el mundo como un país bananero en manos de un déspota impresentable. Un error en el sistema que ha sucedido en pleno corazón de la vieja Europa.

La necesidad de poder y de gloria, para la vanidad egocéntrica personificada, se ha convertido en la única guía que hace perdurar a nuestro Gobierno de risa. Una gobernabilidad que dispone de continuidad gracias al chantaje condicionador de los que tienen como único objetivo acabar con la nación de todos.

Humillación tras humillación, habiendo pasado por situaciones de máxima criticidad como fue la eliminación de la sedición, los indultos o la amnistía, a los que debemos añadir la esquiva conducta que busca siempre responsables ajenos ante fallos de lo que es responsabilidad pública, y, en la última vuelta de tuerca, los desplantes de los mensajes de whatsapp que no deja títere con cabeza, exigen una salida urgente de este círculo vicioso y que se pierda la cobardía que condiciona y calla a tantos afectados.

Sin rebelión interna en favor de la coherencia, y en contra del repudio y el insulto, el control de la situación se mantendrá en manos del obseso por dinamitar el futuro. Los votantes son testigos y críticos, pero necesitan identificar un liderazgo alternativo convincente. Hemos de pensar que, desgraciadamente, la mayoría no tiene como opción el dejar de apoyar una sigla que saben que está sucia, aunque no verían con malos ojos la limpieza del barro sanchista mentiroso y traidor.

Las viejas glorias del que fuese respetable PSOE tienen capacidad suficiente para movilizar y modificar esta senda de ruina. Deben pasar a la acción por el bien de su sigla y el de España, cogiendo las riendas y promocionando una renovación esperanzadora que pase página a este ciclo mísero.

Mientras esperamos esa reacción deseable seguiremos viendo dosificados los mensajes de Ábalos, pero con lo que ya se ha blanqueado debería ser suficiente para demostrar la calaña de Sánchez y sus obsesiones. Su coraza de protección, que manipula a los medios y juega con la Justicia haciendo que su despotismo suplante y reenfoque culpabilidades, debe dejar paso a la razón y la objetividad.

Las expectativas son poco esperanzadoras pensando que el paso crucial es despojar a Sánchez de su vara de poder, pero no queda otra que seguir confiando en la voz de los españoles y en la credibilidad de un sistema político que, con el sanchismo y el maligno que lo encabeza, ha tocado fondo.

Además del pozo sin fondo que aventura el móvil del que fue número dos, la puntilla del ridículo ha sido esa posibilidad de consulta popular para que opinemos sobre la unión de dos bancos privados, tras todo lo que hubiese requerido de un referéndum y Sánchez prefirió aprobar vía decreto mofándose de los españoles y cumpliendo con las exigencias de sus amigos antiEspaña.

Javier Megino