El pasado fin de semana fue de grandes éxitos para España en el deporte. Un deporte unido y comprometido con lo que representa, poniendo el nombre de nuestro país en el nivel que merece, el de una potencia deportiva internacional. Éxitos que solo sirven para mitigar la desgracia y miseria que viene pareja con la acción de gobierno de los que maltratan un próspero país como es el nuestro. Una nación vilipendiada por los que deberían ser sus principales defensores, o al menos eso prometieron al acceder a sus cargos, pero que se han mimetizado junto a sus socios parlamentarios antiEspaña para ser grandes detractores de todo lo que nos une.

Llegados a este punto solo nos queda desear el fin del presente ciclo político ruinoso. El ansiado abandono de la Moncloa y del Consejo de Ministros por parte del sanchismo nos acercará a la senda de la prosperidad y el reconocimiento mundial, con el futuro y bienestar de los españoles como principal objetivo. La necesidad de acabar con el régimen sanchista se convierte en el gran fin al que hemos de dirigir todos los españoles de bien nuestro esfuerzo. No queda otra, viendo a lo que puede llegar la falta de escrúpulos y la necesidad de los que viven a la sombra del “puto amo”.

El «número uno» ha demostrado ser un impresentable, incapaz de dar la cara y responder ante los incontables casos de corrupción relacionados con la facción radical y extrema a la que pone nombre. El hermanísimo, la consorte, el camarada Fiscal General, las bajadas de pantalones ante el separatismo y un sinfín de fechorías le impiden salir del búnker. Yo apostaría que está redactando, con ayuda por supuesto, otra de sus mediáticas cartitas.

La falta de valores y de principios del necesitado sanchismo, que supone la rebaja moral que pisotea el sentir mayoritario, justifica la necesidad de humillación a diario solo por seguir con el poder en las manos y, mientras dure, evitar las rejas. Un ejemplo claro de concesiones humillantes la vivimos recientemente al ver competir, enfrentándose entre ellas, a la selección nacional y la representación de una comunidad, jugando a ambos lados de la pista españolas originarias de la misma región. Es asombroso a lo que hemos llegado por la falta de sentido común y de rigor, contra los propios intereses del país que se gobierna, haciendo que el ridículo llegue a niveles impensables.

Ver esa competición de pelota en ese formato ha sido algo que no entraba en el lote de lo que veríamos con estos destrozaEspaña gobernando. Para la mayoría es un tema que no se contempló nunca en situación de riesgo, pero lo vimos y puede crear un complicado precedente que hay que remediar de raíz lo antes posible. No perdamos de vista que no existen límites para el sanchismo a la hora de ceder y conceder con tal de seguir chupando de la teta del Estado, mientras acaban con él. Su malignidad y odio a España carece de techo.

Pero, salvando esa imagen oscura en una competición de cuestionable oficialidad, el fin de semana pasado nos llevó al éxito en numerosas disciplinas deportivas. Por supuesto la palma se la lleva a nivel individual nuestro gran Carlitos Alcaraz. Lo visto en la final de Roland Garros quedará para la posteridad y destroza todo argumento en contra de la capacidad mental de nuestro flamante campeón. También en tenis, y sin pinganillos, vimos cómo se pueden entender un jugador argentino y otro español, en este caso catalanoparlante, usando la lengua que comparten y sin problemas.

Los Fórmula Uno del mar, en la competición de SailGP, dieron a España un gran triunfo en aguas estadounidenses, poniendo a nuestro barco a la cabeza de la competición. En este caso, los pinganillos eran necesarios para poder comunicarse los integrantes de la tripulación dado el ruido que acompaña a la navegación a esas velocidades de vértigo, lo que demuestra que a veces su uso tiene lógica y necesidad.

Las carreras de Motos, en el fin de semana que nos lleva al magnífico circuito de Alcañiz, demostró el poderío de los nuestros. En las tres carreras la representación española fue protagonista, pero, lo de los hermanos Márquez en MotoGP nos lleva a todos los españoles al máximo orgullo al ver a un catalán dar la vuelta de honor con la bandera de todos tras su nuevo éxito en la pista turolense. En estos casos, los pinganillos también tienen sentido para comunicar desde los puestos de control del equipo las notificaciones pertinentes para los pilotos en sus monturas.

El fútbol masculino nos privó de una reedición del éxito en la Liga de Naciones, al vernos superados por los portugueses en los penaltis. Desconozco si el uso de pinganillos durante el partido habría facilitado que los jugadores se entendieran mejor, al saber que en el equipo nacional proliferan originarios vascos y catalanes, aportando y sumando en su equipo nacional junto a integrantes del resto de España. Dado el nivel de ridículo al que nos lleva este Gobierno, no descarto la posibilidad de que seamos los pioneros a la hora de tomar esta iniciativa y brindar a los que salen al campo dicho equipamiento para que se entiendan.

Lo cierto es que veníamos de un final de semana, en referencia a la anterior, calentito. La noticia más sonada en los medios tenía que ver con el uso de los pinganillos en la política, al hilo del encuentro de los líderes de la política nacional en el Palacio de Pedralbes de Barcelona. Allí, con una veintena de representantes de nuestra clase política dando voz a todas las comunidades españolas, sufrimos la vergüenza de ver que debían comunicarse entre ellos con el llamativo uso del mencionado artilugio. En este sentido, la mejor forma de silenciar sus peticiones es que reconozcan que, en una conversación entre el líder catalán y el vasco, por poner un ejemplo, se entienden hablando en español que es la lengua que comparten, sin requerirse gastos despilfarradores ni pantomimas. Pero, este encuentro de alto nivel institucional, era un momento clave para generar ruido y demostrar el grado de arrodillamiento al que se puede llegar a someter a un Gobierno cogido con pinzas y en manos del separatismo.

El abandono de la lengua común, la española, y la dejadez del Gobierno a la hora de defender nuestra cultura y el uso de la lengua de todos en todo el territorio nacional, nos lleva a esta situación de total y absoluto caos. Por supuesto, siempre que se requiera, hay que ceder y conceder al separatismo sus demandas siendo el que te mantiene gobernando. No olvidemos que toda comunidad con lengua propia cooficial está haciendo de forma activa y sin objeción alguna desde el Estado, campaña de dejadez y abandono de la lengua y cultura común, tanto en la escuela como en las administraciones. Únicamente el sentido común y el uso cotidiano de la mayoría social hace que el español siga siendo, con gran diferencia, la lengua mayoritaria de los catalanes, pese a todo el esfuerzo y gasto que dedica la Generalitat (que sigue en manos del fanatismo catalanista) para ningunear al español.

Es necesario un cambio de rumbo político urgente que devuelva el sentido y la coherencia, dejando de lado al tóxico sanchismo obsesionado con imitar la dinámica chavista.

Javier Megino