La nueva superproducción de Ferraz y Moncloa Corruptions está alcanzando la gloria con la escena rodada ayer. La toma del funeral, rodada en el mismísimo nido de la mafia, ha sido espectacular.
Estamos asombrados ante el nivelazo del actor cabecera de reparto, tras demostrar su capacidad de mimetización al salir a escena y dar un auténtico Máster –en este caso sin la Bego por medio-. Las dotes teatrales del número uno y la escenografía, con un decorado más que apropiado para el contexto de la trama, son inmejorables.
El desarrollo de los acontecimientos, por lo visto hasta ahora y con un desenlace pendiente de rodaje, no tiene comparación ni parecido con nada visto hasta la fecha. La imagen lastimera, desubicada y perdida, del maestro escénico que protagoniza la película al aparentar que no sabe nada y que, por arte de birlibirloque, se ve rodeado de la peor calaña de forma reincidente, genera una mezcla entre risa y pena que le hace merecedor de todos los galardones a los que se presente.
Es muy previsible, y si hace falta ya sabemos que se pueden meter dos votos más antes del recuento sin que nadie lo vea, que tengamos ya un ganador asegurado para la mejor película, además de los “cabezones” para el actor principal, el secundario y temas colaterales como la escenografía o el vestuario. En este sentido, en el caso del Goya al actor secundario la elección entre las nominaciones sí que se prevé reñida, eso si no hay comisiones por medio que condicionen el resultado.
El rotundo éxito previsible a nivel doméstico no hace descartable, dada la repercusión e imagen que brindamos al mundo al enseñar nuestras vergüenzas por doquier, que nuestro nuevo embajador de la escena tenga su gran oportunidad en Hollywood.
Una megaproducción con formato USA, disponiendo de más recursos que los captados vía atraco a las arcas españolas y a los contribuyentes españoles, podría llevar a la gloria y al estrellato a nuestro circo patrio. Menuda sobredosis, para el ego vanidoso de la familia completa del protagonista y los extras del sanchismo, verse luciendo palmito en la alfombra roja tras picar con fuerza a las puertas de los Óscar.
Borja Dacalan