La aceptación por parte del conocido hasta la fecha como Tribunal Constitucional de la llamada ley de la amnistía ha sido una auténtica vergüenza. Su decisión favorable ha supuesto el colmo de la denigración de la política, haciendo uso interesado de un poder que debería ser independiente y ha permitido réditos partidistas, dejando por los suelos la objetividad pretendida y deseable de la Justicia.
Con un tergiversado y manipulado enfoque, intentado explicar lo inexplicable, la mayoría dominante en el TC ha declarado constitucional lo que todos, sin necesidad de ser juristas, sabemos que no lo es. Incluyo en dicha afirmación a los sanchistas que calientan sillones en dicho tribunal, a los que dudo que el sueño les pueda ganar la batalla cada noche a no ser que sean como su “puto amo” personas sin valores ni principios.
Poner el semáforo verde para una ley que se sabe fuera del redactado y espíritu constituyente de nuestra Carta Magna se ha convertido en la demostración empírica de la falta de límites a la hora de ceder y conceder, con un único objetivo como es el de facilitar que el sanchismo perdure en el poder. Sánchez y su Gobierno han conseguido saltarse todas las líneas rojas y dinamitar los cimientos del Estado de derecho, sometiendo a un tribunal que debería asegurar la legalidad constitucional de la legislación española sin criterios o intereses políticos. Queda claro que, con semejante impresentable anclado en Moncloa, el blanqueo generalizado de las atrocidades que le señalan tendrá el valioso apoyo de los que dictaminan y sentencian, si ya han pasado por la criba sanchista que tanto contamina y desprestigia a nuestro poder judicial.
Esta ridícula ley, impensable hasta ver la necesidad del apoyo de los ultras de Junts, se ha enmascarado en argumentos nada convincentes. No se ha minimizado la fuerza del separatismo, sencillamente están aprovechando un gobierno débil y mísero, capaz de todo por perpetuarse, para sacar todos los beneficios que sea posible sin usar la violencia de la que saben aprovecharse en otros momentos cuando no es el socialismo carente de patriotismo el que manda. Están a la espera de un cambio de Gobierno para reactivarse, al ver que se acaba el tiempo de cesión y concesión desmedida. Tampoco hemos visto ningún arrepentimiento explícito ni renuncia a iniciativas sediciosas, más bien todo lo contrario al pronunciarse sin pudor en la posibilidad de volver a intentarlo. Por ello, más todavía habiendo vivido la violencia desmedida de los fanáticos en las calles e infraestructuras, es tan desagradable pensar que salen de rositas y merecen el perdón.
Por eso, muchos españoles ya hemos perdido la fe en esta justicia manipulada y exigimos un cambio diametral del sistema que ponga la justicia en manos de jueces verdaderamente libres, con unos políticos que defiendan la Constitución española como ésta merece. Algo que puede suponer la modificación de parte de su redactado, para solucionar las dudas en todos esos apartados que han facilitado la escapatoria tergiversada de este ciclo macabro que debería estar en sus últimos estertores.
La carencia de principios y valores de este PSOE que nos gobierna debe pasar cuanto antes al olvido. Visto lo visto, y a tenor de las negociaciones en la sombra que deben haberse cocinado antes de salir a la luz todo el entramado mafioso que ahora ocupa el protagonismo de la actualidad, parece que el sanchismo está dispuesto a vivir una larga agonía. Hemos de mantener, durante este tiempo de incertidumbre y de insulto a la dignidad, nuestra firmeza y actitud reivindicativa, a la espera de que conozcamos toda la verdad y dejen de reírse de los españoles. La justicia libre y sana está en el punto de mira y la tienen contra las cuerdas, pero hemos de seguir confiando en el sentido común y en lo que queda de justicia independiente y no teledirigida.
Aún así, como ya he manifestado en más ocasiones, la clave de todo este desbarajuste y despropósito está en el propio PSOE. Es ahora cuando debe verse su capacidad de autoregeneración y limpieza. Deben saber dar paso a una nueva etapa que salve el destrozo del sanchismo y renueve la idea de que queda algo aprovechable en la izquierda española. A todos los líderes ahora ensombrecidos de ese partido les pido valentía y coraje. Su partido lo merece y nuestro país aún más.
Javier Megino