Carta abierta al Excmo. Señor Juan Guaidó, Presidente Encargado de la República Bolivariana de Venezuela:

Como español nacido en 1946 y miembro de la Junta Patriótica de Venezuela, no puedo menos que sorprenderme por el parangón que usted ha establecido entre la pretendida recuperación de la normalidad democrática en Venezuela y la Transición que se dio en España a la muerte del dictador Francisco Franco. Es imposible y absurda la comparación por múltiples razones:

En España habíamos sufrido una catarsis en la guerra civil (1936 a 1939) tras la cual se desarrolló un esfuerzo de todos los españoles durante 40 años bajo la dictadura pero que supuso que pasáramos de ser un país tercermundista a ocupar un lugar 9º en el ranking mundial, de modo que:

Durante esa dictadura se había creado una clase media que suponía alrededor del 50% de la población (en el año 40 no pasaba de ser un 20%) El desempleo era mínimo, se había creado la Seguridad Social, las vacaciones retribuidas de 30 días por año, una renta media per cápita que garantizaba un poder adquisitivo suficiente para la mayoría de las familias, se había asegurado el abastecimiento de energía eléctrica sin necesidad de recurrir a importaciones, etc.

De modo que en 1975 la necesidad de cambio de Régimen no derivaba de una razón de hambre, ni siquiera de carestía, sino del convencimiento de que una dictadura no era un sistema de gobierno adecuado para un país con vocación de integrarse en la Europa del siglo XXI.

Fueron los mismos Diputados del Congreso Franquista los que aprobaron su propia disolución para facilitar el cambio de régimen. Los que habían ganado la guerra civil y ostentado el poder del Parlamento durante 40 años, se hicieron el “hara-kiri” como se dijo entonces.

No puedo afirmar que no hubiera corrupción, pero desde luego no fue impedimento para que se aprobase el fin de aquel régimen. Los viejos triunfadores de la guerra civil no hicieron valer “sus derechos” oponiéndose al fin de su hegemonía. Todos los españoles estábamos entusiasmados promoviendo el nuevo espíritu de cambio y era evidente la alegría que se respiraba en calles, industrias y universidades en todo el país. Imagínese la sorpresa de todos cuando se aprobó que el Partido Comunista (el que había sido derrotado en la guerra civil) pudiera participar en la nueva democracia. ¡Era inimaginable, puesto que aún vivían los familiares de sus víctimas! Carrillo y “la pasionaria” compartiendo Parlamento. Pero prevaleció el espíritu de consenso para conseguir un bien común y superior: España.

En Venezuela ahora, la situación es muy diferente porque los que tendrían que abandonar el poder no son políticos sino narcotraficantes corruptos que se han enriquecido a costa del erario público y a base de rodearse de fieles lacayos nacionales y extranjeros bien alimentados para protegerse ellos y para someter a la población privándola de lo más indispensable. Son los que han permitido impunemente que desaparezca la industria nacional y han malbaratado la riqueza minera, petrolera y agropecuaria.

Ellos, Señor Guaidó, no abandonarán voluntariamente el poder, ni permitirán que se desarrolle un proceso de consenso popular en una transición alegre e ilusionada hacia la democracia, porque eso supondría tenerse que buscar la vida fuera de Venezuela, donde no les pueda alcanzar la Justicia ni las naturales ansias revanchistas de las víctimas de sus crímenes.

No Señor Guaidó, no engañe usted a los venezolanos de buena fe con vanas promesas de una salida consensuada de los usurpadores del poder que hoy tienen a Venezuela sometida a sus tropelías. Ni es propio del puesto que usted ostenta (y no ejerce) ni sus compatriotas se merecen ese trato.

Xavier Codorniu. Junta Patriótica de Venezuela. España. 14 Junio 2020