Lo malo de las democracias es que la gente espera a unas siguientes elecciones cuando el daño está hecho. El caso de España, ya no es que haya caído en cuatro meses el 18,5% del PIB, sino la inmovilidad del pueblo hacia sus dirigentes políticos.

Los mismos políticos que han traído un sistema antisocial en España durante los últimos 40 años son los mismos que reniegan del régimen anterior, que sí, fue una dictadura pero nuestro país llegó en 1970 a ser el segundo del mundo en subir su PIB, evidentemente después de Japón.

No hace falta caer en un sistema dictatorial para hacer una gestión óptima pero cada vez desconfío más de los políticos y de los militantes de dichos partidos, donde buscan antes un buen estado de vida anteponiendo ese objetivo al interés común de las ciudadanía productiva.

Sólo hay que ver a los militantes de los partidos políticos que parecen sacados de una secta postevangélica. Más pendientes en conseguir un cargo para poder acceder a las arcas públicas que en hacer su trabajo. Eso nos debería enseñar. Que esa gente pertenece y es propiedad del pueblo y por eso le paga. Y el pueblo debería ser policía, juez y hasta si es necesario verdugo, ya que los partidos democráticos son empresas de marketing y de colocación.

Pero también desconfío de ciertos sectores sociales, que son los que se aferran a un partido creyendo que les va solucionar la vida. Se puede ver en los separatistas de la rama de Puigdemont como un gran ejemplo. Mientras Puigdemont vive como un rajá hay gente que lo idolatra. Vaya sociedad tenemos… Pero en el españolismo, en menor grado, pasa lo mismo, pero pasa.

¿Cómo se puede hacer de policía y juez, si parte de la ciudadanía defiende a unos parásitos? Y en este caso no acuso ningún movimiento en particular sino a todos los partidos de España.

Después viene lo peor. La gente que vive de la política. Tenemos casos como Adriana Lastra o Miquel Iceta que han escalado a lo más alto en sus carreras sin tener estudios superiores y que ganan cantidades superiores a 6.000 euros al mes. Y la sociedad impasible.

Y casos como Inés Arrimadas, que se presentó como el baluarte de la lucha contra el separatismo, bueno, Torra hace y deshace como le da la gana.

Claro que podría decir cosas de los demás partidos, como los recortes de Rajoy para mantener los casi 500.000 cargos públicos que hay en nuestra nación e incluso abiertamente traidores a ella, cuando les da de comer. O la banal moción de censura de VOX a Pedro Sánchez para hacerse propaganda y a la vez la natural reacción contraria de los votantes socialistas que ampararan a Sánchez.

La democracia se ha convertido en una secta destructiva en sí misma para una gran parte de la población. El problema es que nos empuja a los demás a seguir en ese juego. Y con 500.000 cargos públicos, hasta con traidores separatistas , hasta terroristas y nosotros sin hacer nada. Nos merecemos la miseria que nos traerá el Coronavirus.

Para acabar he de decir que tengo una gran admiración por los Chalecos Amarillos Franceses, que muchos lucharon por el bienestar de ellos y de su nación contra la clase política. Y admiro las personas que van cada día a Galapagar (Madrid) para manifestar su decepción y rechazo a Pablo Iglesias.

Víctor Milà