La memoria debe ser algo que se tenga en todo caso, no solo cuando conviene y de modo interesado.

Siento vergüenza cuando los sectores hoy dominantes en la política nacional, con el sanchismo podemita liderando el festín, son capaces de justificar lo injustificable mientras venden a la opinión pública las ventajas y parabienes de lo que, sin duda, es una auténtica y ridícula cesión en favor de los que no deberían tener ni voz ni voto.

Descartar en toda negociación a los que, por mucha democracia y legalidad que pongamos encima de la mesa, llevan asociado el término dolor y sangre, es algo deseable y aconsejable. Y debe hacerse sin titubeos ni remilgos que blanqueen lo que es tan negro como el carbón. La citada línea roja debería estar autoimpuesta por todo político de bien. Y no por rencor o como venganza, más bien por neutralidad objetiva usando la memoria o recuerdos que, con atrocidad y manchas rojas, llevan y llevarán siempre algunos en su hoja de servicios.

Vanagloriarse al ir de la mano de los herederos del terror en la sociedad vasca o de los que podrían haber provocado un enfrentamiento civil mayúsculo en Cataluña, sabiendo que estamos ante una segunda oleada aprovechando el mandato gubernamental de los vendidos que ahora rigen la nación, es del todo rastrero.

Dar oxígeno a los extremistas del comunismo podemita, cuando estaban inmersos en pleno descalabro electoral con unos resultados a la baja y un público cada vez más desinteresado de su fanatismo chavista, alimentar el ego de los separatistas dando opciones a sus paranoias con un sinfín de cesiones y concesiones, así como llenar su mochila con todos esos grupúsculos antiEspaña que deberían carecer de representación en el Parlamento, razón por la que he firmado sin duda alguna la propuesta de O.L.E. (Otra Ley Electoral) reclamando proporcionalidad en el voto de todos los españoles, debería ser una deshonra para un partido de Estado como el socialista.

Se escucha ruido de fondo entre las bases y los dirigentes históricos de ese partido, con enfoque muy dispar al de los papanatas que actualmente lo controlan. Es nuestra obligación, por el bien de España, arropar sus posturas para lograr eliminar a los que de verdad son el mal de este país. En dicho sentido, esa es la razón por la que una entidad como Cataluña Suma por España se adhiere, dado su enfoque transversal en lo ideológico, a propuestas como la de mañana ante la sede de la Delegación del Gobierno en Barcelona, donde los socialistas constitucionalistas catalanes (no el PSC que ya sabemos del pie que cojea y no duda en apoyar al separatismo cuando le conviene) dirán NO a la nueva Ley de Educación.

Nos alegramos de que una parte del electorado socialista, alejado de la claudicación y enfrentado al cómplice PSC que tanto ha ayudado al separatismo en Ayuntamientos e instituciones, alce la voz en contra de las decisiones que arrinconan y humillan a tanto electorado castellanoparlante en Cataluña, a sus familias, a su pasado, a su legado y a su memoria.

Para los dirigentes del sanchismo y a los enmascarados separatistas del PSC les sirve completar el dicho que encabeza y titula mi artículo de esta semana.

Javier Megino – Vícepresidente de Espanya i Catalans