14 de abril de 1931, proclamación de la II República, un pasaje de nuestra historia contemporánea, pero en el Congreso de los Diputados para tratar el Plan de Recuperación el presidente del Gobierno, el señor Pedro Sánchez no debería haberlo recordado. Los motivos son muchos y de gran envergadura. El más importante es el respeto debido a la Monarquía Parlamentaria, nuestro modelo político actual y en segundo lugar por lo nefasta que fue esa etapa republicana.
Un gesto tan lamentable nunca debería haberse producido y por supuesto debería haber tenido consecuencias.
Ya nada provoca reacciones ante disparates tan evidentes, nada conmociona a la sociedad, todo vale o queda en el limbo en espera de no sé qué. En plena campaña de vacunación o por lo menos así consta, a pesar de la falta de actuación efectiva por parte del Ejecutivo, se están emitiendo mensajes para acudir a los centros emisores de tales inyectables, el motivo es poner limites a la expansión de los efectos del Cobid. Hasta aquí no hay nada que objetar, pero surge una pregunta…..¿ Porqué no se alerta con idéntica intensidad a la sociedad ante el deterioro que está sufriendo nuestro Estado de Derecho ?. Imposible que no haya quién desde su destacada posición política, económica o académica asuma su responsabilidad y denuncie sin complejos las medidas, los decretos ley, actuaciones y personas que atropellan los puntales de la libertad, que deterioran la España Constitucional. Una denuncia que no quede sólo en trámites judiciales y en el foro del Congreso, imprescindible sea una denuncia directa a través de ruedas de prensa abiertas a todos los medios informativos o un comunicado delante de una pantalla de televisión pública y si es necesario un peregrinaje por varias.
Este letargo conduce al descalabro final si no se reacciona con prontitud y eficacia. Es alucinante la cantidad de dislates que individuos con responsabilidad política e institucional proyectan sin reparos dejando un halo que enturbia la escena en la que debe imperar la transparencia y el acato de los límites marcados por la ley. La sociedad en su conjunto y los jóvenes en particular no tienen una referencia de respeto, de seriedad de los que están desarrollando, se supone, un servicio oficial y remunerado. Sólo nos llegan ataques a la corona, a los jueces que mantienen firmes sus principios, a los representantes de la oposición por el simple hecho de discrepar, a los periodistas no sujetos al maná de la subvención, a los escritores que en el uso de su libertad afirman que España es una democracia, a los que les es difícil recorrer las calles de ciertos barrios de los que algunos se sienten dueños, a los policías que cumplen con su deber. Y frente a todo ello, litigios continuados de los seguidores de las distintas sensibilidades de la derecha para ver quién se lleva más votos, expresiones absolutas de “ somos los únicos “, alguna que otra crítica, innecesaria desde luego, al compañero de ideología, y con la experiencia, mejor que no se repita, el votante puede quedarse en casa el día electoral.
No se plantea un buen panorama el 4 de mayo en la Comunidad de Madrid sin la clara mayoría absoluta de la señora Ayuso, un referente seguro para la convocatoria adelantada de unos comicios a nivel nacional, pues si no fuera así, se sucederá el goteo de los otros procesos electorales autonómicos. El sistema ha facilitado que las sucesivas elecciones regionales se hayan transformado en propiedad de un jefecillo local.
Se están cerrando a la libertad los compartimentos en los que se ha troceado la soberanía. Una soberanía que podía “ preocupar “ a algunas ideologías si no estaba aún bien amansada, bien vacía de firmes principios o simplemente bien agarrotada por latiguillos ecologistas, animalistas y en gran medida feministas, destinados a inhabilitar la capacidad mental de exigir principios democráticos y las verdaderas vías de convivencia entre los iguales en derechos. Trabajar por partes facilita crear nidos de votos seguros a través de una estela de clientes agradecidos. Es en lo que se está transformando el mapa autonómico.
Hay que empezar a creer en el libre ejercicio de la persona, que cada uno de los españoles es digno de respeto, que su presencia es insustituible, que apostar por España se puede hacer y vale lo mismo con acento Vasco, gallego, andaluz, catalán, canario…..y hasta con la pronunciación clara de un burgalés. Y las elecciones del próximo mes puede ser ese empezar si hay propósito de ello, si los votantes lo ven claro y apuestan por la libertad.
Ana María Torrijos