Los dirigentes socialistas defienden que los hijos no son de los padres, sino del Estado. Los padres son los responsables de sus hijos, por razones biológicas y sentimentales, pero no son los propietarios: parte de la educación consiste en hacerles considerar lo importante que es la libertad, como elemento fundamental de la dignidad humana. No son propiedad de nadie y mucho menos del Estado.

Dejar la educación en manos del Estado es propio de estados totalitarios que se dedican a al adoctrinamiento de las personas para adaptarlas a su ideología.

En los últimos años, y de manera muy rápida, el feminismo ha incorporado una nueva acepción a la definición de la palabra género, que hace referencia a un concepto gramatical, aplicable a las ciencias sociales y lo define como “el conjunto de características diferenciadas que cada sociedad asigna a hombres y mujeres”. En ese punto, trata de sustituir el el concepto de sexo biológico por el de género, meramente cultural y consensuado. Es la llamada ideología de género, por la cual el sexo como una realidad objetiva biológica ya no tiene ninguna importancia, pero sí el género que , como construcción social, es modificable por la voluntad.

La teoría queer defiende que este sexo cultural es el único que existe, es el último concepto incorporado al nuevo feminismo, aceptado como políticamnete correcto y, por lo tanto, indiscutible. Esta teoría afirma que las identidades y orientaciones sexuales no están biológicamente inscritas en la naturaleza humana, por lo que rechaza las clasificaciones de varón y mujer.

Es precisamente esa teoría, que cuestiona algo tan evidente, la que no se publicita tanto y sólo se difunde en círculos previamente adoctrinados como universidades, asociaciones de dudosa fiabilidad cultural o colectivos cercanos al feminismo de última generación, homosexualistas y “transgénero”. Es allí donde se fragua el lavado de cerebros que sufrimos todos en las instituciones educativas, desde infantil, pasando por primaria y secundaria, a las universidades, los medios de comunicación y la industria cultural.

Han eliminado de la comunidad educativa a los agentes de las mismas, es decir, a los profesores a los padres y a los alumnos. Los profesores están siendo sustituidos y “formados” por personal ajeno a los centros de muy cuestionable formación académica. Y todo ello a espaldas de los padres y con el consentimiento del Estado que institucionaliza una forma de violencia, cuyas consecuencias negativas son difíciles de prever. Es por eso por lo que exigimos un control parental, que los padres sean informados y formados, que se restablezca la libertad de pensamiento y se exija que toda la formación del alumnado se realice a través del profesores cualificados en cada una de las materias.

María José Ibáñez