Pueden seguirse encadenando visitas a La Palma del impresentable que nos gobierna. Tantas como interese y se considere necesario, cumpliendo con la campaña de postureo y apariencia diseñada por el líder sanchista y sus estrategas, con mero enfoque electoralista.

Pueden lanzarse al aire todos los mensajes que les guste escuchar a los ansiados de ayuda y comprensión, tras perder todo lo material y sentimental que supone ver tu casa y tu medio de vida sepultado por la lava, para dar la sensación de que el tema se toma en serio y trasladar una idea intencionada de que somos unos afortunados con esta gente como titulares del Gobierno de España.

Pero todos los españoles, en especial los que seguimos a diario los acontecimientos y la evolución de la erupción del Cumbre Vieja, afectados por la situación de nuestros compatriotas canarios, somos conscientes del ridículo que supone escuchar los compromisos que las instituciones asumen para hacer frente al caos en el que se encuentran tantas familias y productores de la isla.

En un contexto como el actual, en el que la excusa para hacer efectiva la frustrante limosna del Gobierno se basa en la burocracia y en los requisitos que deben cumplirse, vemos que las velocidades de la maquinaria institucional son muy variables según convenga.

Los palmeros que han visto su casa caer y sus plataneras calcinadas pueden esperar a que los papeleos sigan su curso, con el ánimo de que un año de estos les caiga una mísera ayuda con la que mirar adelante, mientras nuestra ministra Montero, titular de Hacienda, se vanagloria ante sus hordas, la mayoría con la barriga llena y el cuerpo calentito a base de lo público, de la celeridad con la que se ha hecho frente a la decisión judicial afecta al impuesto de plusvalía.

Es altamente lesivo para la moral de muchos y el sustento de los principalmente afectados, ver cómo el sistema es capaz de arreglar sus problemas financieros en un par de semanas. Cuando les conviene se puede ir a toda velocidad para solucionar el desaguisado que afectaba a las cuentas de los Ayuntamientos, planteando de urgencia un requiebro con el que seguir ordeñando al contribuyente con ese más que cuestionable impuesto.

Las mentiras del propagandístico sanchismo gobernante y sus promesas de medio pelo ante una necesidad como la de La Palma, tienen un ritmo de ejecución. Eso sí, cuando lo que toca es recaudar e ingresar está visto que la reacción y respuesta es mucho más efectiva, resolutiva y con tiempos de espera que nos dejan boquiabiertos, al ver lo bien que funciona la maquinaria burocrática que tantas veces les sirve de excusa.

Javier Megino
Vicepresidente de Espanya i Catalans