Cada día que pasa las noticias de robos, asaltos, violaciones preocupan e inquietan a la ciudadanía. No se puede negar que siempre habrá personas desequilibradas, agresivas por el ambiente en el que se han criado o por cualquier otro motivo, pero la frecuencia con que se dan estos actos penosos de un tiempo hacía aquí sale de lo habitual. Las causas pueden ser varias aunque las que más gravitan en la mente son la falta de firmeza de las leyes y la afluencia de ilegales, traídos en pateras planeadas por mafias o por las decisiones de represalias políticas de países como Marruecos y Argelia.

Barcelona es una de las ciudades que se ha visto desbordada por delitos de ese tipo, los que tienen que ver con la propiedad privada y la seguridad personal. Barrios del casco antiguo que gustaba frecuentar por su sabor de épocas pasadas o por las tiendas de artesanía de valor artístico que proliferaban, han sido despojados de su atractivo. Ahora están repletos de suciedad, de vecinos venidos de lugares alejados de nuestra forma de vivir, enfrentados a los valores sobre los que descansa nuestra sociedad, que es aplicar a todos los ciudadanos iguales derechos por encima de raza, sexo o creencias religiosas, todo lo contrario un multiculturalismo concebido y potenciado sólo por mentes que quieren deshacer los parámetros alcanzados en el mundo occidental, negociantes que pujan por un mundo atrasado y fácil de manipular. Sorprende que los que tanto vociferan ser feministas, callen ante la triste imagen de mujeres con vestimentas que ocultan su rostro, su figura, dominadas y atropelladas por varones que lo que animan es a la docilidad y a su capacidad reproductora.

Nuestras costas asaltadas por la pericia de traficantes de seres humanos y nuestras fronteras superadas por las ordenes de dirigentes extranjeros ante la debilidad del gobierno del señor Sánchez, un jefe del ejecutivo que ignora lo que es mejor para su Nación, que fomenta la irrelevancia de España a nivel internacional y que sólo le empujan sus intereses, aunque no nos puede sorprender, le vimos por televisión adulterar las urnas de las primarias de su partido, repito nuestras costas y nuestras fronteras dejarán de serlo, serán barridas del mapa sin lamento alguno, pues nuestros jóvenes ya no conocerán su historia ni su geografía, ese es el camino a la baja, abierto por “la solidaria” reforma educativa.

Si a esto sumamos la tasa de natalidad que se ha dado en el año 2020, colocados por detrás de Malta en la cola de Europa, no podremos garantizar el reemplazo generacional. La despoblación y la sostenibilidad del Estado del bienestar serán dos problemas a tener en cuenta a no ser que se tracen planes de apoyo a las familias numerosas, ayudas por hijo, o sea que se fomente la natalidad.

Una sociedad desarrollada socialmente está obligada a pujar por la ética, la honestidad en el funcionamiento administrativo, la transparencia política, el no dejar ningún caso de corrupción pública sin pena jurídica, el ajustarse a la función que tiene intrínseca el concepto político desde Aristóteles “asuntos de las ciudades”, el bien común.

No se puede permitir otro caso Oltra, tanto los jueces como el cuerpo legislativo como el ejecutivo tienen la obligación de cumplir con el motivo que originó su existencia, el bienestar social. Para asumir un cargo en la Administración se debe exigir formación académica, recorrido en la hoja laboral, expediente libre de asuntos judiciales, una trayectoria conformé a lo que nuestra cultura plantea. No se puede condescender ante la impericia, dicho de otra manera más directa, torpeza, incompetencia, inexperiencia que es lo que hay en cargos de relevancia, ministros sin estudios, sin haber trabajado con constancia, sin saber cómo ha sido nuestro devenir histórico, sin tener referencias del ritmo internacional.

La dedicación a la Política ha de ser considerada vocacional, de servicio, no un “modus vivendi”. La compleja situación actual es debida a ese deterioro, el consentir que rapiñeros dirijan el ritmo social, la economía y los programas educativos.

Ana María Torrijos