“Lo políticamente correcto” está distorsionando la convivencia, los principios que deben orientar las relaciones con los demás pues impide expresar todo lo que el poder considera impropio, o mejor dicho lo que considera contrario a sus postulados. Discursos cargados de la negación de la diferencia, de lo que permite ser real, la espontaneidad, el poder pensar, sentir junto a otro que no se motiva ante iguales estímulos, esos discursos intencionados están destruyendo algo muy importante para el individuo la libertad.

Los últimos informes Pisa, evaluación internacional de los estudiantes, nos han colocado en una situación deficitaria, el peor resultado habido hasta ahora. El sistema educativo no tiene como objetivo el saber, se activa la eliminación de la responsabilidad en todo lo que concierne al estudio, el mérito no ocupa un lugar destacado sólo interesa rebajar las exigencias y como resultado una sociedad anestesiada. Para alcanzar esta realidad de sociedad parasitada, se esgrime “el igualitarismo”, un trazado ideológico que tiene como meta no potenciar la capacidad de cada ciudadano según sus aptitudes sino lograr posicionar a todos en igual nivel, la mediocridad. Una “ingeniería social” que paso a paso va privando de libertad al individuo.

Muchos años de manipulación de la Historia tanto en las escuelas como en los medios de comunicación pero sobre todo en las disertaciones de los políticos, han dado una cosecha muy negativa, desconocimiento del pasado lejano o del más cercano, imprescindible para poder tener elementos de reflexión en el presente y en el posterior futuro. Ha primado “ La educación para la ciudadanía” que es una alfarería donde se amasa el tipo de ciudadano grupal para doblegar e incluir a todos en ese modelo, dócil, vacío de inquietudes y dispuesto a recibir las prebendas que se le prometan.

La mentira ha tomado un protagonismo inusitado en boca de los políticos, falsear la verdad en los datos económicos y es una constante en la valoración de ciertas actuaciones, lo que aleja al gobernante de la moral y también impide al ciudadano emitir un serio juicio personal al desconocer la realidad que le envuelve. El proceso deliberativo tiene que basarse sobre algo verdadero y si no se cuenta con ello la dependencia es total, un camino abierto a quien sólo le interesa el poder y en consecuencia la negación de la libertad. Si se sigue aceptando ese nuevo sistema, la combinación entre individuo y colectivo se irá diluyendo, sólo quedará un rebaño fácil de guiar.

Las leyes que delimitan los tres poderes, baluartes de la democracia, están siendo ignoradas y en algunos casos alteradas por el Ejecutivo a través de decretos, un procedimiento propio del autoritarismo. Basta con revisar las opiniones dadas por algunos representantes políticos de ultra izquierda y del separatismo sobre el discurso del Rey en la Noche Buena , para percatarnos de que nuestra convivencia está gravemente dañada. Las críticas dirigidas a Felipe VI “la plurinacionalidad ausente”, “la monarquía se ha quedado definitivamente atrás”, “es una toma de posición con los sectores más reaccionarios e inmovilistas del Estado”, son palpable muestra de que en el Gobierno actual está el germen para arrasar la libertad que nos ofrece la Carta Magna.

La expresión talismán “Sí o sí” tan en boga por la machacona repetición demagógica en la agenda del ministerio de igualdad, fórmula para asegurar los derechos de la mujer, no ha revertido los malos tratos y para seguir la onda cada día aumenta el número de actos violentos de toda clase y ni los políticos son ejemplo de respeto hacia los demás. La agresividad rezuma en los debates del Congreso y de las Cámaras autonómicas y se han roto los límites del respeto que obliga a las instituciones, ahora todo vale si impactan en la opinión pública.

Inaudito que en el siglo XXI con los medios disponibles no se transmita a la sociedad en general los datos necesarios para tener conciencia del país al que pertenece, una Nación que guió e! mundo para renovar muchos conocimientos e incorporar otros nuevos. Sin esas referencias es muy difícil que se entienda el mensaje del Jefe del Estado: – Nuestra verdad como Nación -.

Ana María Torrijos