Cuesta calificar el momento que vivimos en la actualidad. No es fácil plasmar con palabras el sentir de todos los decepcionados con unos gobernantes nefastos. Una tropelía de mindundis que, sin oficio ni beneficio, se han autodeclarado gestores útiles y activos para llevar a cabo la ruina de la nación española.
El asunto de la aprobación de los decretazos de Sánchez ha servido para ver el servilismo de los medios de comunicación que le han hecho campaña, sin salvarse los informativos que pueden ofrecer cierta confianza, al declarar todo el mal que podría ocasionar su no aprobación con argumentos de llegada al público general.
Han sido muy convincentes y didácticos poniendo en la balanza la afectación en los precios de los productos de primera necesidad, los suministros domésticos o el abono de transporte, mientras en realidad han servido para colar, de forma camuflada, medidas interesadas y reivindicadas por el fanatismo separatista que hoy es el que domina las palabras y decisiones del muñeco del ventrílocuo Puigdemont.
La estrategia sanchista es sobresaliente. Saben perfectamente el modo de colocar medidas antiEspaña, dando coba a los socios separatistas, al jugar con la cesta de la compra y la sostenibilidad económica familiar. Los amnistiados pueden estar tranquilos, todo sigue su curso y fluye como estaba pactado. La sopa boba ha maquillado la humillación como se pretendía.
Borja Dacalan