¿Crees que tiene cabida un referéndum como plantea Aragonés en nuestra Constitución?

Se especula con la realización de un referéndum pactado que pueda dar vía libre a la ruptura de España, al permitir la separación de la comunidad autónoma catalana del resto de su nación si alcanzase en el escrutinio un porcentaje favorable por encima del 50% que le diese la mayoría.

Parece que se nos trata como ingenuos a los que se les pueden colar todos los goles por la escuadra que se quiera. De hecho, un 30% de los votos en la encuesta cree que el necesitado sanchismo hará lo que sea para contentar a sus socios separatistas, aunque se juegue con un riesgo del todo incalculable y se sepa que es algo fuera de nuestra legalidad vigente.

Cabría la posibilidad de que una decisión como la planteada, relacionada con la soberanía nacional, tuviese un enfoque con alcance nacional, con lo que ese referéndum de autodeterminación se haría consultando a todos los españoles. Esa es la respuesta apoyada por el 14% y tiene mucho sentido al ser Cataluña de todos. Esta parte de nuestro territorio nacional es tan propia de un nacido en Olot, como lo es de un gijonés, un oscense o un cacereño.

Pero al margen de lo anterior y de las especulaciones que nos hagamos, el 56% no tiene duda. Carece de sentido una consulta que contradiga un artículo cabecera como es el dos de nuestro redactado constitucional. En ese artículo queda definido el escenario al que debe ceñirse la ciudadanía, al definir a la nación española como indisoluble y, por tanto, las aberraciones paranoicas rupturistas no tienen cabida. No es posible jugar con la unidad de España y su futuro.

Por tanto, si combinamos los dos primeros artículos de nuestra Carta Magna, con el uno no cabe duda de que la soberanía nacional reside en el pueblo español, evidentemente en su totalidad. Y, con la lectura del segundo, se descarta ese deseo del minoritario separatismo. En todo caso, el apoyo sumiso, ruin, rastrero, ridículo e ilógico de los vendepatrias sanchistas no tiene cabida ni recorrido alguno.

Plantaearlo como una solución para alcanzar la convivencia y la hermandad entre catalanes es un error mayúsculo. Esperemos que, al final, seamos mínimamente inteligentes y evitemos ser el hazmerreír mundial.