Ahora resulta que, para el consejero de interior en el régimen fascista que gobierna nuestra comunidad autónoma, la colaboración del ejército español, en concreto la UME, para sofocar el incendio de Tarragona es un acto de buena vecindad. Como dice mi padre “para estarse meando y no echar ni gota”.

Hierve la sangre cuando ves el mal que genera una catástrofe de ese tipo. Las imágenes de granjas arrasadas, con el ganado calcinado por las llamas y todo lo que supone el paso del fuego por nuestros bosques y montañas deja un tremendo mal cuerpo.

No es algo novedoso y sabemos que se repite cada temporada. Parece inevitable al tener que convivir con estas fatídicas olas de calor y la grave sequía de la que no nos libramos, consecuencia del evidente cambio climático que hemos provocado.

Pero, al margen de todo el mal que deriva del descontrol de una chispa que acaba formando una columna de fuego de muchos kilómetros, lo que saca de quicio son ciertos comentarios.

Alusiones que llevan inoculado el virus in-DP y demuestran lo hooligan que se puede llegar a ser, cuando uno se cree la milonga imaginaria de que vive y gobierna “Bananeryland”.

Seamos inteligentes y pensemos con la cabeza, como humanos que somos. Por supuesto que, de producirse un incendio en Galicia y fuese factible la ayuda de medios portugueses, podemos contar con ellos. Por supuesto que, si se produce una desgracia de este tipo en el Pirineo español y pueden ayudar los franceses, no hay duda de que colaborarían. Es de sentido común y sucedería igual en sentido contrario. Si se pide ayuda para hacer frente a una desgracia en el Algarve o en el flanco norte de las montañas pirenaicas, daríamos la talla que se espera de España y sus capacidades. Ellos, portugueses o franceses, harían lo mismo.

Pero lo que es inaceptable es que un bípedo congénere aproveche la mínima para arrimar el ascua y aludir, con desprecio y de forma despectiva, la colaboración de su propio ejército.

A esa persona le digo que debemos sentirnos reconfortados de tener a la UME como garantía, dando la talla que se espera ante un desaguisado como el que se vive en la provincia tarraconense.

Su garra, empuje, tesón, compromiso y gallardía son innegables. Los soldados que forman la unidad militar de emergencias merecen palabras de agradecimiento y no bravuconadas. Se merecen todos nuestros respetos y vítores por su trabajo y por no prestarse a la confusión, trabajando por y para España a lo largo y ancho de su geografía, pese a las gilipolleces que se digan.

El ejército español está para servir a España y reitero que es una suerte que la UME esté haciendo su trabajo en nuestra región. Lo desgraciado es que se haya producido el incendio.

Como catalán orgulloso de su ejército, les agradezco que estén haciendo su trabajo, colaborando y compensando las limitaciones de los voluntarios y de aquellos que solo se les conoce por sus pancartas y la decoración de la mayoría de sus bases con la insignia bananera.

Javier Megino